Dios quiere en enero del próximo año.
A comparación de otros años se le dio poca cobertura. Solo las emisoras Doble Nueve y Santa Rosa realizaron especiales de su mejor repertorio musical, lo cual, desde este blog les estoy muy agradecido.
La importancia de la música de Elvis es significativa en momentos que la vida pone a uno a prueba a fin de conocer hasta dónde se podrá resistir ante los abusos del poder laboral, injusticias, malos tratos y en no ser considerado de las opiniones que uno expone.
Allí entra a tallar las canciones de Elvis, considerado como la música celestial y a la vez un grito de protesta ante la gente conservadora y con negativa al cambio. Las canciones de Elvis tranquilizan el alma y el espíritu, y anima a uno al día siguiente a tener nuevos brios para seguir adelante. Como se sabe, Elvis grabó canciones muy variados que a uno se le hace difícil escoger.
Solo el estado de ánimo permite a uno hacerlo, esperando que una vida negativa y triste cambie en positivo, viviendo con firmeza y esperanza hasta conseguir nobles objetivos.
La muerte de Elvis hace 32 años dejó con las luces apagadas, con el viaje terminado, con los admiradores esparcidos, el duelo se ha despedido. Tan solo queda frente a la tumba fría sus admiradores que visitan a diario Graceland.
Elvis perdió la oportunidad y murió en solitario, en el desespero de "pudo haber sido".
El Rey ha muerto. Pero el ritmo sigue.
Siempre habrá un Elvis. Y puede haberlo amigo lector, en tí o en mí; en la forma en que tú y yo vivamos, en lo que hagamos o en lo que pretendemos hacer.
La vida de Elvis debe ser para cada uno de nosotros un motivo de aliento y a la vez una advertencia de las cosas que debemos hacer, y de las cosas que no debemos hacer. De los éxitos, de los fracasos y de las oportunidades que perdemos en la vida, algunas de ellas con repercusión por toda la eternidad.
La muerte no pone fin a la vida, tan solo la transforma. no es más que un transbordo a otro tren. Un tren que seguirá hasta la eternidad.
Algún día al igual que Elvis, tú y yo tendremos que dar cuenta ante Dios de nuestra vida, de nuestras acciones, del plan que El ha trazado para cada uno de nosotros, de cómo lo hemos conseguido, de cómo lo hemos olvidado.
De las oportunidades que hemos rechazado, de las metas que no hemos alcanzado, de nuestros éxitos y de nuestros fracasos.
Elvis ha pasado ya su examen final. ¿Dónde está?, ¿En el cielo?, ¿En el infierno?. Especular con ello es absurdo, solo Dios lo sabe; pero, lo que si es seguro es que, al igual que Elvis, a cada uno de nosotros ha dado una misión específica que cumplir. Una responsabilidad que alcanza a nuestra época, a nuestro tiempo, a nuestros amigos; e incluso a gente que no conocemos.
¿Seremos capaces de alcanzar esta misión?.
Manuel Martínez Rosas
Periodista
CPP 2593
LIMA - PERU