Cosas de la vida; ¿quién podría imaginarse que fue el propio Adolfo Hitler el inventor intelectual de la creación del Volkswagen coupé?.
¿Con qué motivo?, darle al sufrido pueblo alemán de ese entonces una movilidad barata y segura para que con comodidad se puedan desplazar de un lugar a otro debido que el "fuhrer" de alguna forma logró estabilizar la economía y dar trabajo a millones de sus ciudadanos.
La construcción de caminos fue el baluarte de una mejor comunicación y por consiguiente en dinamizar la economía alemana con el consiguiente progreso de las ciudades en el aspecto por ejemplo comercial.
El Volkswagen además era económico, lo sigue siendo, no necesitaría agua en el radiador porque bastaba con el aceite de motor para mantener su funcionamiento y circular sin problemas por el desierto, siendo este un simple mecanismo de tracción, pero con 80 caballos de fuerza para trepar hasta los cerros.
Pero eso es historia de sus comienzos. Gracias a mi mamá se ubicó este vehículo que estaba en venta, lo tuve en diciembre de 1996, la cual el Volkswagen fue rebautizado como "El Escarabajo" en una sencilla pero significativa ceremonia paralitúrgica donde participaron no solo algunos trabajadores de la Clínica Maisón de Santé, sino también de miembros de la Policía Nacional que por entonces custodiaban la parte posterior del Palacio de Justicia. La idea de mi mamá de hacer esta ceremonia en la vía pública fue para agradecer a Dios por haber costeado entre los dos El Escarabajo.
¿El precio?. Es un secreto.
Además y quizás el más importante: la ceremonia fue para pedir al Altísimo a que siempre me proteja, lo mismo que ha sus ocupantes por la gran cantidad de accidentes de tránsito que casi a diario sucede en nuestra ciudad por la imprudencia de sus conductores.
A Dios gracias hasta el momento, no sufrí ningún percance.
Desde entonces hasta hoy siempre fue mi compañero, en las buenas y en las malas. En las buenas por ejemplo cuando siempre llevaba a mi mamá a diversos lugares donde requería de su presencia, debido que a su edad era peligroso que sola se movilizase, además, estabamos más tiempo juntos.
Otras cuando iba con familiares o amistades, especialmente chicas, la cual, se pasaba agradablemente la velada.
Desafortunados hechos que felizmente fueron pocos, fue por ejemplo en que se me baje una llanta o que me quedara sin combustible y el más fuerte en un principio fue cuando se descargaba la bateria por el cruce del "relay", considerado como su corazón.
La solución para esto fue colocarle un "marcapaso", alternador, lo que evita hasta hoy que la bateria se descargue, en este tránsito vehícular del centro de Lima pesado y lento por la cantidad de autos particulares y públicos.
Cuando sucedió la triste partida de mi mamá, me quedé definitivamente solo de lo que ya estaba por motivos de trabajo. El Escarabajo paso a ser desde ese momento como mi compañía permamente y más aún mi medio de transporte debido que ya no tengo la fortaleza física de antes cuando era niño, adolescente y joven. Tengo 51 años y la post polio ya empezó a hacer mella en mi organismo. Primero fue la osteosporosis, luego la presión alta, la artrosis y hoy el dolor muscular, lo que no me permite caminar largamente, sino en silla de ruedas en lo que concierne el Centro de Lima.
Ahora que mi mamá se encuentra en Huachipa, El Escarabajo me lleva y me trae; a veces nos entretenemos por el camino, en especial cuando encontramos a bellas damas. En otras cuando vemos el desorden de una ciudad que dice ser bella y ordenada por un ladrón alcalde que pretende silenciosamente ser presidente de la República.
Pero cuando avisa que se va a malograr y lo llevó a la Factoría Pucar Wagen, que está ubicado en la cuadra 18 del Jr. Sullana, en ella sus mecánicos son expertos en Volkswagen en lo que concierne a su mecánica en general. Su "médico", mecánico Eugenio, apodado "Piquichón" y luego Norberto, el responsable de la factoria, ven lo que tiene mi Escarabajo.
Su trabajo serio y honrado en los 13 años que estoy con ellos me da la confianza para dejarlo cuando es un desperfecto serio, cual último que tuve: la rotura del retén.
Esperé cerca de dos semanas para que lo repararan porque dicho respuesto ya no hay en el mercado, y el que se consiguó fue de suerte y casualmente, conjuntamente con una nueva caja de cambio semi-automática, especialmente para personas discapacitadas, porque los alemanes -donde procede El Escarabajo- así lo diseñaron.
No teniendo a nadie, siempre siento cuando no tengo El Escarabajo, que la soledad es más palpable y se siente. Mis amigos siempre tienen sus quehaceres, lo mismo que mis pocos
familiares, así que ¿para qué llamarlos y fastidiarlos?. Si ellos no me llaman, ¿por qué yo hacerlo?.
Es comprensible por las ocupaciones que tienen, cuando estoy en el INABIF tengo un mundo
de personas, pero cuando salgo de Pueblo Libre, ¿qué me queda?; solo El Escarabajo, y si está
en el taller la soledad es muy profunda y el gasto en movilizarme es mayor por el costo de los taxis o el esfuerzo físico en transportarme en los micros o colectivos.
Ustedes amigos y lectores que me toman o me denuncian como triste, malhumorado o mezquino, que gran mal me hacen. No saben la causa secreta que me hace presentar tal aspecto. Desde mi niñez, gracias a mis padres, mi hermano, el colegio; mi corazón y disposición tendían hacia los sentimientos tiernos de la buena voluntad y yo siempre me inclinaba hacia las grandes acciones. Pero consideren que en estos años yo he caido bajo una condición incurable y empeorada por médicos insensatos, engañado durante años con una esperanza de mejoría y finalmente expuesto a la contemplación de una dolencia duradera, cuya curación tal vez sea imposible, como lo fue con mi mamá.
Su partida no me curará, la extraño, y me seguré marchitando internamente hasta morir, pero luchando siempre, no dando pena, sino ánimo hacia los demás, a que digan "a pesar lo que Lulo - Manuel tuvo y sufrió, él siempre fue hacia adelante a lograr sus objetivos".
El Escarabajo es por hoy mi amigo y compañero inseparable. Los dos moriremos juntos, cuando Dios lo disponga, pero por hoy, creo, tenemos vida.
Para mi ya es conocido, para el Escarabajo a parte de Pucar Wagen tiene como último recurso el taller ubicado en Lurín, donde vive el esposo de la que fue mi Nana, Filomena, donde también le da la garantía de continuidad y de perfecto funcionamiento.
Como podrán haber notado con El Escarabajo tuve muchas emociones que sería muy largo contarle, este es un testimonio a una máquina que se hace querer y que te sirve incondicionalemte. "No te abandona", como muchísimos propietarios que tienen o tuvieron un Volkswagen lo han afirmado. Su costo es barato, su mantenimiento mínimo, en conocerlo a profundidad me hace saber a tiempo las fallas o el desgaste natural que pueda tener, porque El Escarabajo por lo que está haciendo por mi, merece toda mi atención, mi cariño y mi respeto.
Manuel Martínez Rosas
PERIODISTA
CPP 2593
LIMA -PERU