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viernes, 11 de abril de 2008

MI AMIGO JUAN PABLO II


Recientemente se conmemoró la lamentable desaparición en esta vida terrenal de un futuro santo, cuya existencia fue esencial para el resurgimiento de la Iglesia Católica con el acercamiento de su pastor a sus rebaños en todo el mundo, para guiarlos por el camino del bien, la esperanza y la reconciliación con Dios.


¡No tengan miedo!, fue lo primero que dijo Juan Pablo II, Karol Wojtyla desde aquel lejano 16 de octubre de 1978, cuando brotó humo blanco de la chimenea del Vaticano, hasta su fallecimiento el sábado 2 de abril del 2005.


Transcurrieron tres años y muy pocos lo recordaron, incluyendo los “grandes” medios de comunicación en nuestro querido Perú.


¿Qué recuerdos tiene uno de Juan Pablo II?. Muchos podrán decir infinitas, otros dirán lo contrario, pocos no le interesarán –especialmente los maoístas y troskístas que formaron el sádico movimiento de la muerte llamado Sendero Luminoso-; pero, lo que estuvimos cerca de él, se le recuerda gratamente, con alegría por las jornadas pastorales que se vivieron, por la tristeza porque físicamente no está, por la esperanza que él desde dónde esté nos está ayudando a superar nuestras dificultades con el no olvido de sus discursos u otros como en mantener la fe.



“EN NOMBRE DE DIOS: ¡CAMBIAD DE CAMINO!


El Perú tuvo el gran privilegio de merecer dos visitas del Papa Juan Pablo II, llamado también el Papa Peregrino porque dio 29 veces la vuelta al mundo y más de tres veces la distancia entre la Tierra y la Luna, recorriendo cerca de 1´200.000 kilómetros, lo que le permitió visitar los países cristianos y no cristianos con la palabra de Dios como su única arma de pacificación y de ablandamiento de los corazones más duros e insensibles.


La primera visita fue en febrero de 1985 y duró cinco días. Fue en el segundo gobierno de Acción Popular y la segunda tres años después. Cuando vino por primera vez recuerdo que estaba montado en mi bicicleta en la Av. Colonial, viendo por televisión como llegó a pisar tierra peruana, el

cual, con cariño lo besó en señal de respeto. Los discursos protocolares se dieron con Belaunde en agradecimiento por la visita y resaltando que nosotros somos fieles de las enseñanzas de Cristo.


Juan Pablo II hizo un recuento histórico de cómo el Perú desde el incanato hasta ese año ha ido conociendo el amor de Cristo.


En ello aproveché y a toda velocidad (50 Km por hora iba) llegué a la Plaza San Martín, donde en un sitio privilegiado vi al Papa Juan Pablo II que le saludaba con su mano en alto y yo con mis dos brazos arriba grité: ¡Santo Padre, bendice al Perú que sufre!.


Por si acaso esto lo decía por los terroristas, no por mi gobierno del cual formaba parte.


La juventud...¡que juventud!, todas las mañanas en el Nuncio Apostólico donde estaba hospedado el Papa en la Av. Salaverry, le cantaban las mañanitas puntualmente a las 7 de la mañana. Media hora después el Papa sonriente aparecía en el balcón y de la forma mas natural conversaba con los miles de jóvenes apostados en dicho recinto.

Conversaba casi de todo en un español casi de abuelo, lo que hizo más apacible oirlo, pidiendo siempre en no perder la esperanza y estar siempre con Cristo por “él es el camino de la luz y de la verdad”.


Sus multitudinarias presentaciones en su recorrido con su famoso Papamóvil en Lima, Arequipa, Cusco, Callao, Piura, Trujillo e Iquitos lo vimos por televisión, lo escuchamos por radio y nos enteramos por los diarios que sacaban ediciones especiales; pero, lo que más caló fue cuando estuvo en Ayacucho, el departamento en que se inició la violencia terrorista, el cual, no llegó a opacar su histórica visita con su discurso enérgico que marcó la diferencia y justificó su presencia en el epicentro de la guerra civil que ensangrentaba al país.


Doscientos mil fieles allí, y el resto del país escucharon a Wojtyla y su delegación que por seguridad no pasó del aeropuerto.


Un grupo de campesinos emocionaron al Papa cuando lo recibieron con un saludo en quechua ayacuchano que decía: “Mira nuestra pobreza y escucha nuestro llanto”.


El papa respondió con su histórico discurso que lo expongo en parte:


“No he querido que faltara una visita del Papa a Ayacucho durante mi viaje apostólico al Perú. En ella deseo acercarme al dolor de los habitantes de esta zona, daros una palabra de aliento y contribuir a la deseada reconciliación de los espíritus.


En estas tierras, como por desgracia también en otras de este querido país, se oye el clamor angustiado de sus gentes que imploran la paz...


Vuestro difícil desafío es combatir ésta con las armas de la paz y convencer a los que han caído en la tentación del odio, de que solo el amor es eficaz. Si en verdad queremos construir un mundo nuevo, no existe otro camino que el que nos muestra Jesús – Príncipe de la Paz-...

A todos hay que hacer efectivo su derecho a participar de los bienes espirituales, culturales y materiales de cada pueblo y de la humanidad, en virtud del destino universal de esos bienes. Las desigualdades injustas y la marginación son, han de ser, constante incentivo para toda conciencia cristiana...


Por ello, hay que empeñarse en la elevación del nivel cultural mediante la creación y potenciación de los centros educativos privados y públicos, en la promoción del nivel de vida con la implantación de una economía industrial y agrícola en la que todos puedan encontrar un trabajo digno y remunerativo en el empleo, en fin, del potencial humano y económico en obras de utilidad social. Esas son las líneas maestras de la obra de desarrollo en que las autoridades públicas y los responsables deben comprometer todas las energías disponibles para llegar a estructuras sociales justas, a una más adecuada y humana distribución de los bienes materiales y culturales...


La raíz del odio es la misma que la del pecado. El odio manifiesta que el hombre en lugar de optar por el amor ha permitido que venzan en él la agresividad , el resentimiento y, en consecuencia, la irracionalidad y la muerte...


A estos quiero decir: ¡el mal nunca es camino hacia el bien! No podéis destruir la vida de vuestros hermanos; no podéis seguir sembrando el

pánico entre madres, esposas e hijas. No podéis seguir intimidando a los ancianos. No solo os apartáis del camino que con su vida muestra el Dios-amor, sino obstaculizan el desarrollo de vuestro pueblo....


Os pido, pues en nombre de Dios: ¡cambiad de camino!, ¡convertíos a la causa de la reconciliación y de la paz!, ¡aún estáis a tiempo!. Muchas lágrimas de víctimas inocentes esperan vuestra respuesta...


¡Que la Madre del Redentor del hombre aliente los esfuerzos por mejorar la situación en todos los países que conocen la injusticia o la escasez!...”



LO QUE LE EXIGIO AL PERU


El Papa habló claro y fuerte cuando estuvo en el Perú. Dos décadas después, ¿algo a cambiado?, ¿algo hemos aprendido?.


“¡Por el bien del Perú no puede faltar el pan de cada día a los pueblos jóvenes, por el bien del Perú no puede faltar!. Se debe hacer todo para que no falte este pan de cada día porque es un derecho, derecho expresado con nuestra oración cuando rogamos Padre Nuestro , el pan de cada día dánosle hoy, dánosle hoy”. (Villa El Salvador – Lima)


“Construid un Perú más fraterno y reconciliado. Construid un Perú mucho más justo. Construid un Perú sin violencia, siempre anticristiana. Construid un Perú donde reinen la honestidad, la verdad, la paz”. (Hipódromo de Monterrico – Lima)


“Formaos en las exigencias morales y religiosas. No os dejéis llevar a la embriaguez. No sucumbáis al terrible e inmoral flagelo del consumo y tráfico de la droga”... (Iquitos – Loreto)



Su primer viaje cuando inició su pontificado fue en enero de 1979 a República Dominicana, México y Bahamas; y el último el 14 y 15 de agosto del 2004 a Lourdes, Francia. Nunca estaba quieto, siempre estaba en movimiento buscando el contacto directo con el pueblo, pernotando muchas veces en el aire –avión se sobreentiende ¡no!-, en su inacabable lucha por el diálogo y el entendimiento entre los gobernantes del mundo.

El Papa ha muerto hace tres años y fue algo más que un Pastor, fue un jefe de estado y un dirigente mundial y sin duda el mundo lo extraña por su verbo a veces iracundo pero también de mucha cariño y carismático.


El Papa Juan Pablo II fue un refugio para los que buscaban algo más, Dios. Hoy está ya en la Gloria del Altísimo, aquí en la Tierra mucha falta hace.


Una desgracia y una pena que no existan videos de sus discursos, mejoraríamos mucho nuestro comportamiento y seríamos más humanos y sensibles ante la desgracia y el sufrimiento de la gente que a diario nos rodea, porque la palabra que dejó Juan Pablo II es la palabra de Dios, hoy olvidada repito para desgracia nuestra.


Ojalá la Iglesia peruana “se ponga las pilas” y rescate sus discursos para ser difundidos.


Mucha falta hace para rescatar el amor, la sinceridad, el compañerismo y en no ser ingratos con sus amistades o familiares.


Se sufre mucho en no tenerlos y uno ya optará por estar solo al sentirse rechazado y no ser reconocido o correspondido por el amor que uno siente.


No debemos permitir que el mensaje del Papa que surgió del frío caiga en el olvido. ¡Luchemos por recuperar sus enseñanzas, sus discursos y ser ejemplo de su vida!

Amen.



Manuel Martínez Rosas


Periodista

CPP 2593

1 comentario:

Anónimo dijo...

Primero, sendero era maoísta ni por asomo trotskista, además para sendero los seguidores de leon trosky eran unos contrarrevolucionarios pequeños burgueses, en cuanto a lo visita que recuerdas para mi el único papa bueno es a la huancaina