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viernes, 21 de noviembre de 2008

LO BESTIA QUE FUI …

… en los estudios escolares.

Y es que nunca le tomé importancia a los estudios escolares en primaria y secundaria desde 1968 a 1977, debido que mas me importaba en hacer vida social, salir de mi casa y jugar sobre todo el fútbol y la natación.

Y eso que nunca repetí de año en lo escolar y de ciclo en la universidad.

Lo sentimental en otra ocasión les contaré.

Otro motivo y lo principal fue en no separarme de mis compañeros y amigos. Siempre a ellos los estimé y querido mucho. Cuando por mis “jalados” mi padre me amenazó en cambiarme de colegio o no estudiar, es allí donde me esfozaba sobre todo en el tercer trimestre, sacando las mejores notas superiores a 16 para aprobar al final el año o los cursos con 11.




Como podrán apreciar en las imágenes que expongo, la carátula de la libreta de notas de color amarillo data de 1966 cuando mi colegio de Miraflores se trasladó a su definitiva sede en La Molina. En dicho documento histórico podrán apreciar primero que es el año de 1968 –cuando cursaba el 1° de primaria-, con la evolución mensual de mis notas: fui bueno en el salón pero malo en dar exámenes parciales y finales. Con las notas de salón aprobé el primer y segundo año con notas 12 y 13 respectivamente.

En tercero, cuarto y quinto de primaria las cosas cambiaron debido que se introdujeron cursos más fuertes como matemáticas, lenguaje, ciencias naturales y sociales, religión, inglés, música, teatro y educación física.

En los mencionados cursos fui un desastre como lo podrán apreciar en la imagen –tercer año de primaria en especial-, y para aprobar el año me salvaba las notas aprobatorias en cursos especiales y sobre todo en actitudes como puntualidad, presentación, urbanidad, disciplina, honradez y veracidad en que siempre aprobaba con 20. Al final el promedio salía con 11 y 12 respectivamente.



Estando ya en secundaria en 1973 ya tenía que bailar con mi pañuelo en los cursos porque ya no fue un promedio global sino individual. Aquí se hizo más notorio mi irregularidad escolar debido que sacaba 0 de nota en la libreta como que también aprobaba con 18; pero a veces no alcanzaba en aprobar los cursos como en los casos de Química, Física, Algebra, Inglés, Literatura o Filofofía; el cual los llevé de cargo y que felizmente los aprobaba al año siguiente sin ninguna dificultad, debido que en la NEC 05-09 de Santa Anita con una sola pregunta oral bien respondida ya aprobaba en curso.

Y siempre tuve la suerte que a la primera pregunta oral ya daba una respuesta correcta y tenía mis catorces en el bolsillo.



¿CUANDO TUVE LA DISCIPLINA ACADEMICA?

Estando en la univerdidad: Jaime Bausate y Meza e Inca Garcilazo de la Vega; no sin antes pasar una vergüerza cuando en 1980 iba a trabajar en el INABIF.

Pero no sabía hacer nada, ni siguiera escribir a maquina. Me di cuenta de mi realidad cuando recorrí sus instalaciones y observé el trabajo de dicha institución pública.

Me ofrecieron la portería, pero no acepté reconociendo por dentro que con urgencia debía hacer algo por la vida, que dicho sea de paso en los años 1978


y 1979 me las pasé de vago sin que mi padre supiera, creyendo que todavía estaba en el colegio.

Tenía cierta inclinación por el periodismo que me nació cuando en el periódico mural de mi colegio escribía temas deportivos, especialmente de nuestras actividades.

Al estar en Bausate la realidad fue chocante y duro: mis compañeros estaban preparados y con conocimiento de saber lo que hacían. Por suerte descubrí una clave que me ayudó a desarrollarme perfectamente y subir de un golpe mi nivel académico: madrugar en los cursos, es decir prepararte antes de que toquen el tema en base al sylabus que te dan al iniciar cada ciclo.

Me di cuenta que lo válido no era el aprendizaje memorístico que apliqué en mis años escolares y que pésimamente estuve en los últimos puestos, sino en aprender por mi cuenta y aportar a la clase y hasta en cuestionar los que enseñaban los catedráticos.

¿Cómo lo hice?

Simple, por los consejos de mis padres: “lee,lee,lee”; en que me “sambullí” en la Biblioteca Nacional, especialmente en la Sala Perú y en la Hemeroteca, la cual todos los días desde las 3 de la tarde hasta las 9 de la noche revisaba toda clase de libros y periódicos. Los leía todos en que paulatinamente fui formándome en un corto periodo, una fuerte base intelectual por los conocimientos que a diario adquiría.

Y todavía lo sigo haciendo, más aún con el internet.

Con este badaje aprobaba las asignaturas universitarias con notas de 14 para arriba y muy pocas veces fui desaprobado debido a la autosuficiencia que tuve, que me daba el lujo de no asistir a veces a clases e irme a la playa acompañado de compañeros de estudios y bellas chicas o por motivo de trabajo –estaba en una Agencia del Jockey Club vendiendo boletos para las carreras de caballos-.

Por mi cuenta aprendí a escribir a máquina debido que las asignaturas debían ser presentadas de esa forma y ya estando en la Garcilazo tuve la fortuna de ingresar a laborar en el INABIF, en setiembre de 1987, con un consejo principal que lo tomé como oro: “acá debes saber y hacer de todo”.

Razón no le faltó a mi compañero. En las evaluaciones en la administración pública siempre salí bien parado, especialmente en la nefasta gestión “Kanashiro”, y gracias a mi esfuerzo, preparación y tesón se me confió en tres oportunidades las encargaturas de la Oficina de Imagen Institucional y hoy de Trámite Documentario.

Nunca es tarde para aprender y ponerse al día en un mundo muy competitivo donde la suerte juega un papel importante.

Al menor descuido alguien te puede madrugar.

Con lo descrito he demostrado que podré haber sido un ocioso y una bestia en los estudios escolares, pero uno puede cambiar para bien si se lo propone, si enfoca un horizonte de hasta donde uno quiere llegar.

Por suerte ingresé a la universidad y por desear superarme es que me parametré en la forma de estudiar con un brusco cambio a fin de recuperar el tiempo que a Dios gracias lo he conseguido.

Fue una inversión buena que no me privó de nada, al contrario, gané más amigos y sobre todo gané el respeto y la estimación, logrando de este modo una independencia y libertad de acción que me hace no ser un mantenido por la sociedad, sino servir a ella, y al país.

Uno puede cambiar si se lo propone como yo lo hice. Hay compeñeros que tuvieron excelentes calificaciones, pero la suerte no le acompañaron en conseguir buenos trabajos, otros si lo tuvieron como en mi caso.

Es creo, aprovechar la oportunidad que se le presenta y no subestimarse ni darse por el “pobrecito” o “que bruto que eres”.

Perdí la vergüenza en esto, por ello les cuento esta etapa de mi vida ya superada al avecinarse mis 60 años de existencia.

Si tienen un amigo o familiar que hayan pasado por esta situación, no lo critiquen ni rechacen: ¡ayúdenlo!, porque se lo agradecerán cuando sean mayores y porque será una inversión para ustedes.

MANUEL MARTINEZ ROSAS

CPP 2593

LIMA - PERU





1 comentario:

Anónimo dijo...

Manolo
No creo que la gestion Kanashiro haya sido tan "nefasta" como afirmas. En lo personal, rescato que pude conocer a excelentes personas como tu.
Fuerte abrazo
Percy