Un ángel caido del cielo, que me alegró un día mi existencia, lejos de los problemas comunes o de importancia, lejos de las penas y preocupaciones, lejos de las desdichas y los sinsabores que te dan la vida.
Si ayer te han dado la vuelta en la cara y se metieron a su casa sin siquiera saludarte con solo decirte "hola Manuel", el día siguiente es otro día, otra oportunidad, otra esperanza y otro camino por recorrer.

Johana, la hija de la Ñaña, mi sobrina María Elena está en Lima de visita por un mes, suficiente para desde el primer segundo que la vez te ganas el cariño y ver una hermosa e inocente niña, en un mundo en que hoy con suma emergencia necesitamos de los niños para que nos alegren la vida y nos purifiquen de nuestras tentaciones que van en contra de lo ético.
Jesús dijo "dejad que los niños vengan a mi, porque de ellos es el reino de los cielos". Y lo dicho es verdad porque para ello luchamos a diario en procura en dejar un mundo mejor para las generaciones que vienen.
Hoy lo vemos en los niños y yo feliz estuve como lo podrán apreciar en los videos que expongo.

La pena como siempre será la ausencia física de mi mamá, quien de seguro (al igual que mi hermano), se le hubiesen caido las "babas" de felicidad por tener en sus manos a esta pequeña dulce, frágil y agradable.

Hubiese pensado, al igual que yo, que la vida hubiese dado de golpe la vuelta, que la Ñaña su madre de 28 años es hoy la pequeña porque es igualita cuando fue bebé.

Y los recuerdos vienen de un lado a otro en mi mente al recordar esos años pasados donde mi
sobrina -al igual que su hermano-, fue la engreida de la familia, y yo en agradecimiento soy su padrino.

Lástima que mi mamá no está y solo quedamos mi hermano y yo porque podemos dar fe del crecimiento de mis sobrinos. Uno es médico, la Ñaña economista radicada en los Estados Unidos
con mi cuñada.

El resto sigue disperso.

Johana me dice "tío lulu", y yo soy su tio abuelo, creo que es así ¿no?; lo cual hace inexorable que los años siguen pasando y nada perdona.
Para ser feliz las oportunidades hay que aprovecharlas con el riesgo que recibas una cachetada en el rostro o recibas la indiferencia de quienes antes quisimos.

Pero la presencia de esta preciosura hizo que por un día después de meses mi mente haya estado despejado de toda preocupación y temor porque los niños te hacen sentir bien y alegres.
¿Se imaginan si yo hubiese tenido mis propios hijos, si hubiese sido padre, si hubiese tenido siguiera una parerita femenina?
Ya hubiese saltado de un pie gritando: ¡DALE U!.

Pero la vida no me complació, pero al menos estoy en el INABIF donde veo y estoy con muchos niños, pero que estos sufren por los diversos problemas que tienen sus padres, o que no los tienen. Adoptarlos sería imposible, con las justas me cuido.

Estas breves palabras es un testimino a Johana, una niña encantadora hija de la Ñaña que pronto se irán al país donde vivió Elvis, pero al menos tuve la oportunidad de tenerla en mis brazos y que la niña espontáneamente me haya dado su dulce cariño con esa sonrisita hermosa y contagiante que no todo es malo.

Nuestra obligación es luchar contra la maldad para que muchos niños nos inspiren la confianza y seguridad de que todo tiene que ser bueno en una sociedad justa y equilibrado, donde no suframos, sino gocemos con nuestra tareas cotidianas con la ternura que ellos nos prodigan.

De seguro le ahorrariamos un gran peso a Dios en protegernos a diario.

MANUEL MARTINEZ ROSAS

PERIODISTA

CPP 2593

LIMA -PERU