Buscar este blog

lunes, 11 de febrero de 2008

SENTIMIENTOS AJENOS

Revisemos primero los conceptos que nos da “Larousse” acerca de los conceptos amistad y amor.
Amistad significa “Afecto o cariño entre personas, afinidad, conexión”.
Amor significa “Sentimiento que inclina el ánimo hacia lo que le place, pasión que atrae un sexo hacia otro, inclinación natural, blandura, suavidad, esmero, interés, relaciones sexuales no reguladas por el matrimonio, carácter espiritual sin que medie interés alguno, sin recompensa”.
¿Difícil de entender estos dos conceptos?, o no.
Ahora que en esta semana se avecina el día de San Valentín, que siempre fue de los enamorados, y ahora último ha sido remarqueteado y en cierta forma sanitizado como el día de la amistad, para que también los que no son pareja puedan abrazarse.
Pero no todos tienen el privilegio de gozarlo o disfrutarlo porque siempre el 14 de febrero se le ha relacionado como el de los enamorados y nunca de la amistad. Al menos en los últimos 20 años aproximadamente.
Y la sociedad de consumo lo convirtió en un día nostálgico y hasta imposible de vivirlo porque queramos o no debemos ser espectadores no deseados en observar sin quererlo a muchas parejas muy enternecedoras y cariñosas en situaciones que ya a muchos envidiarían por no estar en ese “status amatorio”.
Me amparo lo que señala la Iglesia Católica en el sentido que el amor “constituye la mayor de todas las virtudes ... porque está presente en toda buena cualidad”.
San Agustín lo expresó en fórmula concisa: “Ama y haz lo que quieras, pues el que ama, solo puede querer el bien. El amor basta. El amor lo es todo.”
El santo se refiere al verdadero amor, al amor generoso que sale de si mismo, al amor que es tan divino que no solo debe decirse que “Dios es amor”, sino también que “el amor es Dios”. Dondequiera vive algo de puro amor, aun cuando el hombre no conozca a Dios, allí vive Dios.
Allí hay vida divina.
Pero, la forma cómo vivimos, como nos comportamos, como engañamos o nos engañan, como nos esperanzamos y rompemos las esperanzas de nuestra pareja nos las rompen a nosotros o ponemos la mirada en aquellas que nunca nos podrán corresponder por múltiples motivos que sería tedioso enumerarlos; ¿no debe la sana razón moderar el amor?.
Si uno está seguro y es correspondido esa sana razón no tiene por qué moderar el amor real, sino apoyarlo a ayudarlo a que sea auténtica realidad.
La sana razón se esfuerza por buscar en todo la mayor bondad posible, ayuda al hombre se identifique con su prójimo, a que lo tome por punto de partida. Ayuda a hacer posible lo imposible (a la reconciliación en casos de enemistades, a ayudar en casos desesperados); ayuda a dar sentido sobrehumano a lo humanamente necio (anteponer el interés ajeno al propio interés).
Amar quiere decir salir uno de si mismo y todos sin excepción somos principiantes porque el egoísmo y la insinceridad, unidos a inhibiciones nacidas de la incapacidad e inmadurez interiores hacen de nosotros inexpertos que tienen que aprenderlo todo, como que el amor no puede venir siempre de un lado único: el que viene de la otra parte nos ayuda poderosamente.
Con esto felices somos y entendemos que por fin conseguimos la felicidad porque tenemos un amor paciente y benigno en que en la pareja no existe la envidia, ni se presume, no se engríe. Tampoco es indecoroso ni busca su interés, ni irrita ni lleva cuenta del mal, no se alegra de la injusticia, sino que goza de la verdad. Todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
La actitud masculina es bien activa y dispensadora, la actitud femenina es más bien acogedora y receptiva. Lo erótico como expresión humana en la pareja es una fuerza maravillosa y creadora porque es parte de la atracción sexual, porque aquí se trata de dos seres humanos, un hombre y una mujer que quieren ser totalmente el uno para el otro.
El enamoramiento es la primera etapa del noviazgo, que permite comprobar si el primer sentimiento espontáneo se transforma en verdadero amor. A solas los dos, con palabras de amor y muestras de ternura, pero también en compañía de otros jóvenes con los que uno puede comparar al otro, se van conociendo mejor.
Las más variadas situaciones, en la familia o en el trabajo, les deparan a la pareja en percibir los puntos fuerte y flacos del otro. Lentamente van conociendo los antecedentes, intereses y familia del otro. Y todo ello es necesario a fin de que la elección efectiva tenga la profundidad humana que merece tal decisión.
Las parejas suelen tomar libremente esta resolución que es seguramente la más importante de su vida. En ella han de guiarlos el amor y la prudencia, no el interés (dinero, porvenir), ni el despecho (contra un antiguo amor o contra los padres).
Las parejas se compenetran más, y la sexualidad en el sentido más amplio de la palabra, desempeña un papel esencial en su amor. No es ya la simple atracción de lo masculino o lo femenino porque al desarrollarse una sexualidad plenamente humana se trata ya del “tu solo”, con madurez espiritual.
Todo tercero se rechaza instintivamente como amenaza.
Amistades habrán por montones y serán muy buenos con uno, pero, uno se siente solitario y hasta abandonado de que no esté en dicho “status”, porque simplemente la vida no te dio la oportunidad de tenerlo y si lo haz tenido lo habrás desperdiciado tontamente quien sabe por tu intolerancia o carácter de ti o de tu pareja.
Se opta por lo peligroso para llenar ese vacío: la prostitución, en buscar a estas mujeres que sufren en la vida para calmar ese vacío, tener el placer, desfogarse como humano del mal momento, de la soledad, de soñar por unos momentos lo que hubiese deseado el resto de su vida.
Amigos hay por montones y muy buenos, estar con una pareja es difícil tenerlo. Belaunde lo dijo cuando conoció a Violeta: “Tuve la fortuna de haberla encontrado”; Elvis cuando conoció a Priscila: “Tú me haces sentir bien”.
No guardo envidia ni rencor al 14 de febrero, es simplemente que se siente más solo que nunca y el vacío es enorme y quizás hasta duro por los años que se está viviendo. Es un sentimiento debo admitirlo de lastima con uno mismo, y no hay porqué avergonzarse en decirlo. Elvis en su último concierto –ocho semanas antes de morir-, también lo admitió. Admitió el fracaso de su matrimonio, admitió que aún quería a Priscila y admitió su sufrimiento de estar lejos de ella.
El rock –bendito sea el rock- fue la medicina que aplacó el sufrimiento de su alma, de su espíritu del Rey del Rock.
¿Cuánto de nosotros u otros vivirán esta o peores situaciones?. Ya ustedes ven por los noticieros que aumentan los suicidios por amor, por celos u otros similares. La sociedad a corrompido tanto nuestras mentes que olvidamos a Dios, su amor infinito, y esta pobre gente toma el camino de la locura, de la pasión antes de enfrentarse al sufrimiento y abatimiento.
El verdadero amor es dar sin recibir nada a cambio, y si tu pareja se siente feliz de querer a otro, tú serás el que deberá sacrificarte y demostrar que el amor que sientes es puro y sincero. Y tendrás que dejarlo para que cures tu sufrimiento no importa cuánto tiempo te tardes.
Lo importante es superarlo si es posible en compañía de tus amigos o alejándote de ellos, dando un giro brusco de 180 grados en busca de otros horizontes.
La amistad es buena, pero el amor tiene sus riesgos en que uno se tiene que cuidar. Que la nostalgia no destruya tu alma.
Para el 14 de febrero se vivirá un día lindo, pero después todo volverá a la normalidad.

Manuel Martínez Rosas
Periodista
CPP 2593

1 comentario:

Anónimo dijo...

Manuel, tus comemtarios de amigos cariñosos y sentimientos ajenos me da no se que pensar...de repente no debi abandonarte porque a leguas estás demostrando tu talón de aquiles que tanto te ufanabas no tenerlo: estás necesitando un amor. Nosotros ya fuimos, así que olvidate de mí si es que aún me reconoces. ¿Cuántas habrás tenido?...