Buscar este blog

sábado, 31 de octubre de 2009

SE NECESITA UN GOBIERNO DE ACCION POPULAR - 1° PARTE

¿Qué no se pudo haber dicho ya de Fernando Belaunde Terry?,

¿Qué fue un ilustre peruano, un opositor acérrimo contra la oligarquía, plutocracia, dictadores e injusticas sociales?. O fue un; ¿ex presidente de la República que gobernó en dos oportunidades el país con honradez y dignidad que no le robó ni un sol al Estado, o un soñador e ideario que buscó y encontró en suelo peruano un ideal en base a las costumbres y enseñanzas de nuestros antepasados?

Ese ideal, de las que muchos peruanos opositores y amantes al liberalismo, la dictadura y comunistas que se rieron a sus anchas por ver a un Belaunde dibujados en las páginas de humor de los diarios, periódicos y revistas “en las nubes” o, en Palacio de Gobierno con el mapa del Perú, como dictando clases de geografía a los periodistas o visitantes ocasionales; fue capaz de crear un movimiento político peruano con ideas, doctrinas y programas peruanos.

Este movimiento se llamó ACCION POPULAR.

¡Y qué hermoso nombre para llamarlo Acción Popular!. O simplemente para la gente común, los aristócratas, los ricos; en fin, toda las sociedad lo conocían como AP, sus siglas que durante años fue el símbolo de un partido con su lampa como figura representativa que batalló cada minuto, cada día, cada mes, cada año en pos de lograr una justicia social en libertad, en que la brecha social entre ricos y pobres se redujera a lo más angosta posible.

Como muy bien lo dijo en una ocasión Belaunde al despedirse de Palacio al culminar su segundo mandato: “…nuestra obligación en este valle de lágrimas es reducir estas lágrimas para que la gente viva con dignidad…”.

Pero ¿Qué pensamiento se le cruzó en la cabeza al patriarca de AP para que el 1 de junio de 1956 se arriesgara a dar un ultimátum a la dictadura militar de Odria?. Afirmo que fueron muchos motivos, entre ellos lo más esencial la falta de libertad ciudadana, la pobreza enorme en más del 80% del territorio peruano, la falta de caminos, el avance tecnológico, la falta de viviendas y sobre todo la escasez de oportunidades para que todo peruano viva con decoro y dignidad.




Tuvo la experiencia de ser diputado por elección popular en un gobierno democrático: José Luis Bustamante y Rivero, jurista ejemplar y notable por sus ideales democráticos, la cual, Belaunde no dudó en dar su aporte a lo que él sabía en demasía: la construcción de complejos habitacionales; cómodos y de acceso sin dificultad para la clase media y baja.

¿Por qué?. La respuesta es simple: Belaunde fue arquitecto y dicha sabiduría lo explotó al máximo de su capacidad intelectual para dejar planos en un principio, utilizados por los gobiernos de Bustamante y Odria, y luego en sus dos gobiernos constitucionales en hacer realidad la construcción de dichos complejos a nivel nacional, logrando de algún modo que el déficit habitacional se redujera enormemente.

Pero también por su capacidad intelectual como arquitecto y visionario de lo que debería ser el Perú, lo unió a este con la construcción en masa de carreteras, aeropuertos, puertos fluviales, hidroeléctricas, y amplió los campos de cultivos a fin que los peruanos tengamos nuestro propio dispensario o en tener en nuestras manos los alimentos cultivados aquí en suelo peruano, como antes lo hacían nuestros antepasados incas.

A partir del 1 de junio se arriesgó como anteriormente lo dije, pero antes él vivió de un golpe militar tradicional, traicionado Bustamante por el APRA que juró apoyo incondicional desde un principio del orden constitucional. Belaunde muchas veces debatió sus ideales con la célula parlamentaria aprista, especialmente con Prialé y Villanueva en lo que concierne a la libertad de prensa y a una Reforma Agraria justa y pacífica que no generara derramamiento de sangre entre peruanos.

Sin embargo sucedió porque el APRA es la “pistola de dos cañones”: con una mano te dice si, pero con la otra está a su espalda y te traiciona de la palabra empeñada. Pero después que depusieron a Bustamante, Belaunde volvió a las aulas a enseñar lo que él sabía: arquitectura, y enseñó –sin saberlo- a aquellos alumnos que años después lo catapultarán a postular a la presidencia de la República.

Belaunde ya tenía enormes ventajas en 1956: era respaldado una nueva generación de jóvenes estudiantes de clase media y baja visionarios como él lo que el Perú debía ser; fue diputado, por lo tanto conocía de política por la deportación de su padre durante el oncenio de otro dictador, Leguía; se crió en un ambiente –París-, lejos del odio y del rencor que primaba en todo peruano, lo cual, su carácter fue preparado para aguantar los sinsabores cotidiana que da la política peruana.



Pero lo esencial fue que se hizo fuerte para luchar por las libertades constitucionales, capacidad de asimilar intelectualmente la realidad peruana para que de esa base crear una doctrina, y sobre todo su humildad con los pobres y desposeídos, la cual, a todos los saludaba por igual extendiendo la mano derecha y en los mítines –mismo karateca- señalaba con una voz potente y sonora para que en todos los rincones del país se escuchara: ¡ADELANTE!.

Ese adelante le permitió recorrer todo el Perú, conocer in situ sus grandezas, pero también sus miserias y pobrezas e injusticias. Lo recorrió caminando, a lomo de mula, en embarcaciones, en las pocas carreteras que en ese entonces existían en el país, porque recordemos que en la década del 50 los caminos, las trochas o pistas asfaltadas eran muy pobres en infraestructura.

Eso no fue impedimento para que Belaunde se encontrara cara a cara con el pueblo, con la gente común, con el campesino simple y pobre, con el obrero, con las amas de casa, con los maestros, intelectuales, ricos y pobres; en fin, con todo tipo de gente para que le enseñara lo que son, cómo viven y qué anhelos y aspiraciones tenían para vivir en un futuro mejor y más próximo con el tiempo.

Belaunde con las muchas prácticas y tertulias que tuvo con el pueblo, enriqueció su mente, su alma y espíritu; y quedó muy asombrado cuando la comunidad –a falta del apoyo estatal-, se encargaba de sus propias faenas y obras que tanto necesitaban para que puedan vivir mejor.

Preguntaba Belaunde al poblador: ¿quién hizo el camino?, y el poblador responde “el pueblo lo hizo”. Y el “Pueblo lo hizo” se hizo muy famoso porque ellos mismos hicieron sus casitas, sus postas médicas, sus caminos, la iglesia, las escuelas, sus pequeñas placitas, sus irrigaciones para tener agua y desagüe; es decir todo lo que en ese entonces el Estado descuidaba porque el centralismo de Lima era mucho más fuerte que los pueblos olvidados en el interior del país.

En el futuro esta lección de la vida que aprendió Belaunde lo denominaría “Cooperación Popular”, la cual, en sus gobiernos le dio rango legal para que los pobladores sin egoísmos y hermanadamente le daban un valioso apoyo para el desarrollo del país.

Mientras que Balaunde en la década del cincuenta aprendía en el aula de la vida, de la comunidad lo que es el Perú profundo, en Lima la aristocracia que gobernaba el país se perdía en un sinfín de problemas absurdos como la indiferencia de los pueblos olvidados.

Y por desgracia esa indiferencia costó muy caro a un país que reclamaba impacientemente cambios para su desarrollo, en especial en esos pueblos olvidados sin esperanzas de desarrollo si continuaban aún en la dictadura militar primero Odría y luego en el periodo de la convivencia con Haya de la Torre; porque lo más crudo que pudo encontrar Belaunde en su perenigraje por el interior del país –en especial en 1959-, fue en constatar la explotación humana en la sierra y selva de nuestro territorio cercanas a nuestras fronteras con Brasil y Bolivia.

Pero esa explotación humana –para no creerlo-, fueron los menores de edad que los utilizaban como bestias de carga para transportar diversos productos en las fronteras. A falta de caminos por descuido del Estado, está el empleo de este medio de carga; ¡los niños!.

Horrorizado tuvo que estar Belaunde en ver esta situación y lo denunció al país por medio del periódico y la radio (la televisión aún no existía en el Perú), del descuido del Gobierno de este segmento, más aún cuando no existía en ese tiempo una institución estatal especializada como lo es hoy el INABIF. Pero a su pesar y de otros peruanos de buen corazón, la denuncia no tuvo eco argumentando la prensa pradista que son inventos e imaginaciones y que a lo mejor sin darse cuenta Belaunde había cruzado las fronteras de dichos países.

Pero no solo esto encontró Belaunde en su recorrido por el país; poblados incomunicados e inexistentes para Lima que sobrevivían de sus cosechas e intercambio de productos de otros

pueblos cercanos. La salubridad y los servicios básicos como limpieza y educación no existían o mejor dicho, dichos poblados no sabían qué cosa eran.

Esto y mucho más tomó nota el futuro presidente de la República para armar un ideario, un programa y un plan de gobierno con la finalidad de revertir esta situación tan catastrófica de atraso y miseria que vivía el 80% del pueblo peruano. Su futuro contrincante, Haya de la Torre –desconociendo esta realidad-, paraba siempre fuera del Perú, en especial Europa, asimilando aún las ideas neo-facistas que ya estaban en un proceso de rezagos por la ayuda norteamericana para mantener un mundo en paz.

Era el inicio de la década del 60 y el gobierno de Prado de alguna forma –gracias a Pedro Beltrán, su ministro de Hacienda-, logró estabilizar la economía, pero una economía en beneficio de la oligarquía y plutocracia; no para la clase media y menos empobrecidas que eran la gran mayoría de los peruanos.

Es verdad que Belaunde –quizás por su desesperación a que el país no se encaminara hacia un progreso sostenido-, fuese un durísimo crítico del gobierno de Manuel Prado, cuya desestabilización por las continuas escasez de alimentos, devaluaciones monetarias, bajísimos salarios e inestabilidad gubernamental por los continuos paros y huelgas de la clase obrera, se atrevió a decir en un mitin “…que se hunda el gobierno, antes que se hunda el país”; lo cual originó un escándalo en la clase política tradicional, especialmente de la oligarquía.

Los militares impacientes por las transformaciones sociales postergadas, originó el comienzo de tener acercamiento con los ideales de Belaunde, la cual, no era nada malo –salvo para sus adversarios-, por ser ideales nacionalistas y progresistas cuyo futuro cercano se vislumbraba si el líder de Acción Popular llegara a Palacio de Gobierno.

El año crucial, 1962 la democracia entraba a prueba: eran las elecciones para el primer cargo de la Nación, cuya campaña fue despiadada, sangrienta, divisoria y hasta con maldad. El APRA con Haya de la Torre a la cabeza “inauguró” una fuerza de choque llamado simplemente “los búfalos”, cuyo comportamiento con ciudadanos indefensos que no comulgaban con sus ideas fue brutal, con la complacencia de la policía. Odría no tenía problemas, era respaldado por militares y soldados beneficiados en su ochenio; mientras que Belaunde basó su fuerza en ciudadanos valientes con el slogan: “sin millones, ni matones, ni camiones”.

La televisión ya existía en nuestro país, y fue un valioso vehículo para los candidatos y demás representantes que pugnaban en ingresar al Congreso como senadores o diputados. Los mítines en las calles, plazas, plazuelas, donde sea ya tuvo otro cariz; tanto Haya de la Torre como Odría tuvieron que verse obligados a salir de Lima y recorrer parte del país, porque tiempo no tuvieron: Belaunde ya les había sacado buena ventaja porque en los últimos 06 años de los finales de los años 50 y el inicio de los 60 ya los había visitado, pueblo por pueblo, incluyendo aquellos poblados en que carecían de libreta electoral, pero que ayudarían mucho a los pueblos cercanos que si tenían capacidad de sufragio a ser convencidos que un nuevo líder está por llegar al sillón de Pizarro para hacer realidad sus pedidos.

Los insultos y la violencia fueron el pan de cada día en los medios que no atemorizó a Belaunde, ¡al contrario!, con su pinta de “galán de cine” –tenía en ese entonces 51 años-, el líder de Acción Popular se presentaba en televisión para exponer sus ideas y planes de gobierno ante un panel de periodistas mayoritariamente adversos pero respetuosos en el trato por su profesionalismo, responsabilidad y seriedad en esos tiempos.

Belaunde se lució, y al final de la campaña conquistó al ciudadano peruano al declarar ante los panelistas: “ni con la derecha, ni con la izquierda; ¡adelante!”, frase que quedó inmortalizado. Hasta que el decano de la prensa nacional, El Comercio, se convenció y en primera plana puso esta memorable promesa pronunciadas en el programa “Pulso” que transmitía Panamericana Televisión, en ese entonces canal 13.

Además dicho diario apostó por el cambio y el nacionalismo que Belaunde propugnaba sobre el caso especial del petróleo que durante casi 80 años estuvo en poder de la empresa estadounidense IPC (International Petrolium Company), mas conocido como ESSO por la gasolina que en esos tiempos imperaba en el parque automotor.

Las elecciones del 62 fueran duras y Belaunde perdió. ¿Perdió?, si pero con un escandaloso fraude electoral similar al del año 56. Recordemos que en esos tiempos el Jurado Nacional de Elecciones no proporcionaba células de sufragios, sino que cada agrupación política participante tenía que elaborarlas; además no existía un estricto control de mesas de sufragios debido que en su mayoría se sufragaban al paso, mesas de transeúntes, lo que permitió a que los votos se triplicaran en beneficio de un candidato.

También el Jurado tenía poco control en la entrega de las libretas electorales, llegando a conocerse casos en que un ciudadano tenía en su poder hasta tres libretas, lo que le permitía

elegir a sus representantes en la presidencia y Congreso en tres oportunidades en lugares distintos de sufragios.

En conclusión no existía célula única de sufragio ni relación en de sufragantes en las mesas, lo que permitió el beneficio de Prado en 1956 en acceder a la presidencia y a Haya de la Torre en 1962; lo cual, el fraude electoral se había perpetrado una vez más en la alocada vida republicana de nuestro país.

Esta vez sectores de izquierda y progresistas se alzaron protestando por estos hechos, pidiendo la salida de Prado por este mayúsculo escándalo, más aún cuando ni Haya ni Belaunde alcanzaron el tercio necesario para acceder a la presidencia; “cocinándose” en el Congreso que Odría, que quedó tercero, accedería a Palacio por los votos apristas.

Una vez más el APRA da la espalda a sus víctimas al permitir que su victimario nuevamente gobernase el Perú. De otro lado Belaunde se alza y exige al Jurado nuevas elecciones al comprobarse el fraude con acciones civiles y continuas declaraciones a la prensa. Nunca utilizó armas ni palabras o frases ofensivas, fueron enérgicas si, ante la gravedad de los hechos.

No olvidemos que Belaunde en esos violentos años estuvo preso en la isla El Frontón donde escapó momentáneamente a nado, para después regresar ante el escape masivo de otros presos para asegurarles su integridad física, por los disparos con sus fusibles que efectuaban la policía. Tampoco olvidemos que Belaunde con el pueblo protestaban colocando barricadas en diversos lugares del país, o para evitar caer preso escapando de la policía para efectuar improvisados mítines con buena asistencia de ciudadanos, o el enfrentamiento de honor con espada en mano con un diputado pradista de apellido Watson en una mañana fría, lo cual, se tiene una idea que Belaunde vivió intensamente estos años, al 100% en pos de lograr el objetivo que siempre soñó: “Un Perú con justicia social en libertad”.

Otro golpe de Estado se dio en nuestro país por estos hechos, los militares de manera institucionalizada depusieron a Prado tres días antes que culminase su mandato y reorganizaron el Jurado Nacional de Elecciones. Los apristas lloraron y declararon veto a su candidato, pero igual participó al año siguiente en que los militares programaron las nuevas elecciones: junio de 1963.

El papel que jugó Belaunde en estas trascendentales circunstancias del país fueron duras en sus expresiones y acciones, pero también de serenidad, logrando trasmitir de ese modo a la ciudadanía la confianza necesaria que de elegir al candidato de Acción Popular el Perú iba a estar mejor estabilizado por el estadista y visionario que iba a tener.

Para efecto tuvo la iniciativa de aliarse con la reformista Democracia Cristiana, la cual, originó un programa común de 10 puntos a cumplirse en los primeros 100 días, de entrar la alianza a gobernar, a fin de hacerle frente a la coalición del APRA-UNO (Haya-Odría).

...CONTINUARA .....

MANUEL MARTINEZ ROSAS

PERIODISTA

CPP 2593

LIMA - PERU






1 comentario:

Acción Popular AREQUIPA dijo...

GRACIAS !!!

ELOCUENTES PALABRAS...

ADELANTE

JUVENTUDES DE ACCION POPULAR DE AREQUIPA LO INVITAMOS A BUSCARNOS EN INTERNET Y ENCONTRARNOS FACILMENTE.